domingo, 26 de diciembre de 2010

prensa: DIVERSOS REPORTAJES SOBRE MISLIBROS

EL MUNDO, 16 de mayo de 2006

¿Y SI FUE UN IMPOSTOR?

En su libro "Colón, el impostor" (Temas de Hoy), el escritor Luis Melero novela las costumbres y los ambientes de la España de finales del siglo XV imaginando qué pasaría si se descubriera que Crístobal Colón conquistó el Nuevo Mundo gracias a las indicaciones de un viejo marino que había llegado antes allí. También fantasea con la posibilidad de que hubiera sido amante de la reina Isabel la Católica. Aquí se muestran las luces y las sombras de un hombre que contribuyó a que España tuviera uno de los imperios coloniales más importantes de la Historia. A través del marinero Alonso Sánchez de Huelva, secretario personal del almirante, se conocen los fracasos del descubridor en busca de apoyos y subvenciones en sus visitas a las distintas cortes europeas: Portugal, Francia, Inglaterra y España, donde consiguió de los monarcas las capitulaciones de Santa Fé.

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LA RAZÓN, 15 de mayo de 2006

«LUIS MELERO: "CRISTOBAL COLON FUE UN "PLAYBOY"»

Melero, que está prolífico, acaba de publicar también la novela histórica "Los pergaminos cátaros" (Roca Editorial). "Seríamos más felices, buenos, sociables y dignos si fuésemos cátaros, y no me cabe ninguna duda de que no habríamos padecido las guerras de religiones, ni la inquisición, ni las dos grandes guerras mundiales. Pero los tacharon de herejes y fueron exterminados. Sus preceptos eran la humildad, la pobreza y el respeto". El escritor los considera los hippies del siglo XII; "La mujer tardará aún años en conocer la igualdad que vivieron los cátaros".

- Acaba de presentar "Colón. El Impostor" (Temas de Hoy). ¿Impostor?
- Sí. Se inventó un personaje porque tenía que ocultar quién era: parece que antes de presentarse ante los Reyes Católicos fue corsario y probablemente combatió contra naves de Fernando. Era muy conocido en los puertos canallas del golfo de León: Cerdeña, Marsella, Mallorca...
- Un golfo en el golfo. No es verdad, entonces, que fue pío, religioso.
- Inventó su religiosidad como un modo de acercamiento al poder.
- No parece que quisiera descubrir tierras para evangelizarlas...
- Eso le pedían, pero él lo hacía para demostrar que tenía razón. Le dolía mucho que se burlaran de él por decir que había una nueva ruta, por ir a Oriente.
- Ya. Y dicen que no era verdad que fuera tan buen marinero...
- Era un buen teórico, pero sus compañeros de viaje denuncian errores de bulto en el manejo práctico de los barcos.
- Un personaje misterioso...
- De antes del 1492 no se sabe nada. Ni su nombre ni su edad. Parece que conocía la ruta a seguir porque alguien se la había contado. O porque ya hubiera estado en América antes del descubrimiento oficial en 1492.

Un caso de psiquiatra

- Un hombre que creó su propia leyenda, por lo que usted cuenta.
- La creó y la alimentó. Era un mitómano, un gran mentiroso. Mintió siempre. Era un fabulador. Y ciclotímico. Un caso de psiquiatra.
- Cuenta que no supo digerir su éxito y que fue un gobernante nefasto...
- Sabía llegar a la meta, pero no sabía cobernar. No era político ni diplomático. Era más bien exaltado. Metía mucho la pata.
- Dice que era encantador con los poderosos y tirano con los subordinados...
- Sí, así era. Si no hubiera navegado con él Martín Alonso, que le protegió, la marinería lo habría arrojado al mar.
- ¿Era en verdad irresistible para las mujeres?
- Eso parece.
- No me diga que sedujo a Isabel la Católica...
- Es muy probable que así fuera. La reina era muy atractiva, en contra de lo que dice la leyenda. Y Colón tenía fama de ser un gran amante. Fue un "playboy", un Porfirio Rubirosa de aquellos tiempos. Escaló muchos peldaños a través de las camas.
- ¿Qué sabemos con exactitud de la vida de Colón?
- Lo único real es que viajó de Palos a Canarias en 1942, y que allí se quedó un mes con Beatriz de Bobadilla, doncella de la reina, antes de partir hacíaAmérica.
- Una ventura para preparar la aventura. Dice usted que fue un visionario algo alucinado. ¿Y un genio?
- Un hombre muy inteligente, casi genial. Se equivocaba en lo pequeño, no en lo grande.
- Escribe que era intratable, irascible...
- Sí, un auténtico bronquista. Seguro que además de una mujer en cada puerto, tenía peleas en todos ellos.
- En fin, ¿qué nos cuenta usted de Colón que no se supiera?
- Lo referente a la preparación del primer viaje, de dónde le llegó la información de la ruta a seguir. Creo que se la dio Alonso Sánchez de Huelva, un piloto de Palos que navegaba con los Pinzones y que había naufragado "en grandes islas más allá de las Azores".
- ¿Qué le ha sorprendido más de todo lo investigado?
- Su capacidad de fabulación. Es un personaje fascinante, para bien y para mal. Un tipo apasionante. Y un misterio.
- Podría haber titulado su libro "El hombre de las seis tumbas"...
- Sí, parece que quiso que hasta su lugar de enterramiento fuera un misterio. Reunir todos los fragmentos de su cadáver sería como encontrar un tesoro.
- Hay casi tantos huesos de Colón como astillas de la cruz de Jesús...

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SUR, 18 de abril de 2006

LUIS MELERO: «A LAS PERSONAS CON RAÍCES POCO HONDAS SÓLO NOS QUEDA LA MEMORIA»

El escritor malagueño regresa a la narrativa histórica con una obra ambientada, en parte, durante la ocupación española por las tropas napoleónicas. 'Los pergaminos cátaros', un libro «con más realidad que leyenda», se publica en marzo

«Si no hubieran sido exterminados, Europa sería otra, y mejor».

Luis Melero defiende el legado de los albigenses en la presentación madrileña de Los pergaminos cátaros.

A los pocos días de su publicación, Roca Editorial saca la segunda edición de la novela.

«La gente les quería y les respetaba, porque mantenían vivo el mensaje de Jesús. Además, apreciaban su percepción de la vida: eran tolerantes con la condición de cada uno, y defendían la igualdad de la mujer. El exterminio de los cátaros retardó 200 ó 300 años el progreso de Europa. Con ellos, no hubiera habido guerras de religión, ni hubiera nacido la inquisición y las dos guerras mundiales no hubieran ocurrido».

Quien con tal vehemencia se expresa es Luis Melero, autor malagueño que, tras el éxito de La desbandá, reincide en Roca Editorial con Los pergaminos cátaros, una historia de hombres buenos.

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EL CONFIDENCIAL, 2006

GLORIA A LOS CÁTAROS

Luis Melero presentó el otro día su último libro, Los pergaminos cátaros (Roca Editorial), el cuarto en dos años si no llevo mal las cuentas, que todo podría ser porque la capacidad de trabajo de este hombre supera a la de Balzac o Galdós. A petición del autor, tuve el honor de leer ese libro –todavía eran folios sacados por impresora– en Fuerteventura, en septiembre pasado. Sabiendo que me encontraba ante un Melero en estado puro, y que eso es mejor no tocarlo, me atreví a sugerir algunas correcciones. En unas me hizo caso y en otras no; acertó, sobre todo en el segundo caso. Es una trepidante historia coral ambientada en el Valle de Arán durante la invasión napoleónica, pero, además de los protagonistas esenciales de la novela –una poderosa mujer llamada Marianna y el atribulado y sorprendente mosén Laurenç–, quienes mandan en el libro son los cátaros unos “herejes” del siglo XIII que se empeñaron en vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo… y no con las de la Iglesia: por eso se les llama herejes.

Antes de su completo exterminio, los cátaros escondieron en el Valle de Arán algunos documentos “encadenados” (hay que encontrar el primero para dar con el segundo, y el segundo para dar con el tercero, etc.) que conducían hacia su mayor y más preciado secreto. Eso es lo que hacen Marianna, el contradictorio cura y el resto de sus compañeros de proscripción en medio de la lucha contra los franceses… y contra “Guzmán Domenicci”, un enviado del Vaticano del que se sirve Melero para crear un malvado redondo, perfecto, un tipo que a mí, medio en serio, medio en broma, me recordaba a “Mr. Burns”, el viejo mal bicho de la serie Los Simpson.

A estas alturas no es necesario ya contarles a ustedes quién es Melero. Pero sí me gustaría subrayar, o repetir, que este indoblegable malagueño se toma en serio lo que tantos se toman a broma; que sus novelas históricas están construidas con una sabiduría, un esfuerzo y un primor que casi nadie más usa, porque eso cuesta mucho trabajo y es más fácil inventar lo que no se sabe. Que la novela histórica, como género, está cayendo poco a poco en el descrédito a causa de la sobreabundancia de títulos y al poco respeto que los autores sienten por el lector, a quien suelen considerar un bobo que se traga lo que le echen a condición de que haya templarios. Melero es una venturosa excepción. Lean la novela y se darán cuenta de hasta qué punto es así.

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LA VANGUARDIA, 28 de noviembre de 2005

Y MÁLAGA DESCENDIÓ AL AVERNO

A través de la mirada inocente de un niño se nos revela la pobreza y la violencia que se cernió sobre la ciudad andaluza en la década de 1930.

Caminos abarrotados de padres que llevan a sus hijos más pequeños cogidos de la mano, o en brazos si están enfermos; de niños que lloran de dolor y hambre; de hombres y mujeres con semblante triste, sucio y derrotado con escasas pertenencias; de ancianos y ancianas de mirada cansada y pisar tambaleante... Es el dramático colofón a tres años de locura. Es el exilio republicano de 1939.

Y, sin embargo, este éxodo masivo había comenzado tiempo atrás con el humillante y mortal trasiego humano que habían padecido miles de malagueños al abandonar su ciudad en febrero de 1937, justo ante el avance y ataque de las tropas nacionales. Humillante, porque incluso sin alimentos para los niños más pequeños, hubieron de recorrer por la carretera costera los cerca de 200 km que les separaba de Almería, su objetivo y salvación. Mortal, porque durante el trayecto fueron bombardeados sin descanso por la Luftwaffe alemana, apoyada por la marina italiana. Un capítulo de la encarnizada guerra civil española poco conocido y que el escritor Luis Melero (Málaga, 1942) ha novelado en La desbandá.

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