jueves, 9 de diciembre de 2010

DIVERTIDÍSIMA anécdota contada por EL FAMOSO ABOGADO DOROTEO LÓPEZ ROYO



Antes de convertirse la calle de La Ballesta en el estercolero que ahora es, Doroteo llevaba los asuntos legales de siete bares de alterne bastante “potables” que había.

Todos tenían acordado dar mil pesetas al cura todas las semanas, para evitarse homilías contra ellos. De manera que el cura recibía siete mil pesetas semanales para mantener la boca callada sobre la proximidad de las “alternadoras”.

Arias Navarro era Director General de Seguridad.

Habiendo sido traspasado uno de los bares de alterne, el nuevo titular era un policía nacional de los que ya no hay, un policía que creía contar con bula. Cuando se enteró del asunto de las mil pesetas semanales entregadas al cura, dijo que nanay, que él no necesitaba de la protección del cielo.

Cuando el cura vio que se le reducían los ingresos, comenzó con sus puyas desde el púlpito, de manera que otros de los propietarios también se negaron a pagar las mil pesetas. Las diatribas del cura se multiplicaron, hablando de pecados a las puertas de la iglesia y demás. Uno de los feligreses, alguien con influencias, se lo comentó a Arias-Navarro y éste mandó cerrar los siete bares.

Basándose en la inexistencia de delitos o alborotos, pues se trataba de bares discretos, Doroteo lo demandó. Arias Navarro, además de Director General de Seguridad, era procurador en Cortes, por lo que una demanda contra él iba por conductos no muy habituales. Enterado de las fuerzas que amparaban a Doroteo, Arias le ofreció a través del Gobernador Civil reabrir los bares si él retiraba la denuncia. Comenzó un largo tira y afloja de “primero abra y retiro la denuncia”, “primero retire la denuncia y luego abriré”, etc. Etc.

Entre tanto, las ciento cinco personas que el cierre había dejado sin trabajo comenzaron a impacientarse. A fin de favorecer su estrategia, Doroteo los reunió para una original actuación:
Los ciento cinco fueron a confesarse con el cura en cuestión. Todos, llegada la hora de relatar sus pecados, se acusaban de tener “muy malos pensamientos”. A la pregunta de “¿qué malos pensamientos tienes, hijo mío?” la respuesta fue en los ciento cinco casos: “Pues mire usted, padre; es que cada vez que me cruzo con usted ahí al lado, en la calle de La Ballesta, siento unas ganas incontenibles de clavarle una puñalada”. Secreto de confesión.

Los bares fueron abiertos a la semana siguiente y DESPUÉS, Doroteo retiró la denuncia contra Arias Navarro.

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