jueves, 11 de noviembre de 2010

Éste es un intento de combinar nostalgias y sentimientos rimados con letras para los palos flamencos más clásicos. QUEJIDO



SOLEÁ
En la callejuela blanca
que me abrigó, ha suspirao
mi nombre una voz amarga


Babel
Nubes gritan con cuchillos sonámbulos sobre torres de cemento.
En la Babel de cristal y acero soy un número,
mientras mis torres de espuma se regocijan sin mí.

Arquitectónica cordillera bordada de pasos amnésicos,
acantilado de hierro y cristal por donde regurgita el vómito,
hálito inútil que la empaña con frío jadeo agónico.

No rezuma cataratas que apaguen el pavor tórrido.
Ni libera altozanos para volar etéreos.

Aristas afiladas que opacan lo cromático, cumbres de hollín.
Miasmas de estertor vandálico en cada desencuentro.
Orfandad de remansos edénicos con rastros de pisadas divergentes
que fueron y ya no.




ALBOREÁ
Fría luz sin nombre,
fríos están mis huesos;
gélida mi alma,
¡y la pena dentro!





Clarear
Cuando el clarín de las seis
llama para los afanes
y, aterido,
me aventuro por la bruma gris de hielo
del poliedro sin recodos
y el lago de hojas exhaustas,
me quema las sienes frías
un frío beso; la duda:

¿Vivo, sueño o desvarío?

El corazón regurgita su miedo,
el alma,
con sal y arcilla forjada,
sube a sobrevolar mi carne desvaída;
nubes rondan con cuchillos afilados
sobre torres de cemento.

En la Babel de cristal y acero
soy un número,
mientras mis torres de espuma
suspiran, lejos, por mí

SIGUIRIYA
De agua rutilante
no hay torres de espuma
en el mar de farallones oscuros,
ni estrellas ni luna.



Hojas
Hosca es la luz que las desvela
en los intersticios turbios del caos de silicio.
Una fuerza telúrica las mece, salpicando de limo agonizante
los caudalosos ríos del estruendo.

Tirano metabólico,
el tiempo las derrite como témpanos
y destila nutrientes que no inseminarán negadas sementeras.

En el caos, los sustratos del invierno
no encuentran senos para fecundar
la costra yerta impenetrable de la acerada superficie del desierto.

Cúpulas iluminadas de gemidos y cloacas obstruidas de terror,
mientras el sol decae, como un grito ahogado en la niebla.
En medio, la textura viva alborotada
que es ausencia, impavidez y mortaja.



TARANTA
La máquina de alquitrán
pintó de sombra el torrente
y las dunas del trigal.
¿Dónde hay un marro potente
para el limo liberar?

Glaciación
Una glaciación avanza,
el hielo fosiliza los aromas y deglute los colores;
atomiza la frágil temperatura;
profana la cama el frío y se aloja entre las sábanas.

Va recubriendo el frío con su escarcha los estucos embargados.

Racimos de horas secuestradas en la ruta, los carámbanos destierran la luz.

Culebrea el musgo y asoma entre las grietas del hielo,
escala por la pared y pende en jirones de la geografía del techo.

Va tapizando el frío las pisadas neblinosas y el retrato sin memoria.

¡Y esta mordaz paradoja
del sol fingido que trae voluptuosidad de mar...!




BANDOLÁ
Dejé intacta mi niñez,
en la playa sepultada.
No cantan las caracolas
nanas, porque de aquel día
no estalló la madrugada.

Qué canta
¿Qué canta el agua, qué canta cuando acaricia la proa
de tu barca?

¿Qué dijo el agua, qué dijo mientras mis pies se alejaban
de sus rizos?

¿Qué murmuraba?,
pues con tanta ambición no la escuchaba.


SERRANA
En el árbol del que soy
rama cortada
no queda para mí savia.
Para salvarme
puedo, forjador,
injertarme en cualquier parte
de un almendro en flor.


Solo
Una ventana, abierta persiana,
la luz ahí y no consigo abrazarla.
Aquí estoy; Luis, tan sólo Luis y Luis tan solo.

¿Suena el timbre de mi puerta?

Entre el risco, el tomillo y la retama
mi torrente recorrió senda inversa de la mar.
Aunque templado con soles, la luna me dibujó negras ojeras de ausencias.

¿Suena de mi puerta el timbre? No es mi timbre.

La espera desesperada vedó la temperatura a estos brazos exiliados.
¡Impotente acecho!

¿Suena el timbre de mi puerta? No es mi puerta.
Nadie quiere abrir mi puerta.


FANDANGO
Un jazmín cuido plantado
en el balcón de mi casa.
No verdece ni perfuma,
pero sus tallos me hablan
de los mimbres de mi cuna.

Aridez
Yermo dolor infecundo. ¿De qué sirves tú, ay, de qué?
¿De qué color son tus frutos?
¿Quién cosechará la mies?

Tu largo peregrinar por los ríos de mis venas, ¿a dónde te llevará?

Torpe dolor, ciega rabia. ¿Cuándo me liberarás?




TONÁ
Cuando se abren los claros del día
sale a relumbrar
un sol que no caldea mis entrañas, madre,
tan lejos del mar.


Máquina
Llegar, cruzar presuroso el umbral; pasar, decir "buenos días";
mirar airado al que no responde; y seguir.

Así uno y cada día.

Subir, bajar la palanca; pulsar el botón; ya en marcha el motor, pisar el pedal;
cuidar las evoluciones del sedal.

Señor; qué monotonía, qué aburrimiento, qué hastío.
¡Quiero remar en mi huerto!



JABERA
Ese ambicionado mar,
¡cuántas caricias me debe!
Cuántas manos han faltado
en el fuego de mis mieles.
¡Cuántos besos no me han dado


Manos
Manos fuertes,
recias manos, como un acebuche adulto. Como un algarrobo altivo.

Manos cálidas, tibias manos, engendradoras.
Suaves para estremecer.

Manos como tenazas, las manos,
para frenar las caídas.

Como un tónico, las manos, para endulzar los temores.
Como un refugio, las manos, como un puerto en la galerna.
Como raso en la caricia.
Como una ola en el fuego y como un fuego en el hielo.


PIYAYO
El alma que me has robado
a veces llora sin penas
y a veces, muere en tus brazos.
¡Que sea larga mi condena!



Ventanilla
Stop, pare, prohibido seguir, prohibido aparcar,
prohibido entrar. ¡Prohibido soñar!

Gire a la izquierda; necio, no, ¡a la derecha!
Siga, tuerza; póliza de veinte euros, ventanilla seis.
Suba las escaleras, no olvide las reverencias, golpee la quinta puerta.
Imbécil, ¿tengo que repetirle otra vez que es la cuarta a su derecha?

¿De parte de quién le digo? ¿De Luis, sin apellido?
Puede que esté reunido, veré si puede atenderle.

¿Está solo, dice? ¿Quién dejó a este majadero llegar hasta mi despacho?
¡Usted debe ir al psiquiatra!



ALEGRÍAS DE CÓRDOBA
Preguntaré al cartero, cartero
que cuándo viene,
la carta que a mí nadie, ay, nadie
mandarme quiere.


Sobre
Si tengo que abrir el sobre ¿se me agostará el anhelo?
Y si al abrirlo no encuentro lo que anhelo,
¿quién me devuelve el anhelo?


VEDIALES
Hay quien dice la verdad,
pero más mienten y opacan
la luz de la realidad.
Todos amarran las barcas
por miedo a la tempestad.

Puñales
¿Quién posee los puñales que cortan las ataduras?
¿Dónde bruñen sus metales?
¿Quién ha forjado el acero? ¿Y cuánto valen?

¿Cuánto más he de penar
para ganarme el derecho de volver a mi corral?



SOLEÁ
Desde arriba, en la montaña,
el mar parece de plata.
¡Cuánto la nostalgia engaña!

Hechizo
La iluminada pantalla seduce, sojuzga y miente
la sugestiva entelequia.

Contemplo a mi alrededor la ritual abstracción;
el nervioso mordisqueo de las uñas;
el fuego de las pupilas si la pantalla vacila por un fallo de las ondas;
el gesto reprobador cuando algún espectador interfiere conversando;
el silencio sordomudo que entrega el que es preguntado.

En colores va la imagen construyendo murallas entre nosotros.

Solos tú, yo, ellos, nosotros, todos.
Soledad arracimada; distancia cósmica.

MEDIA GRANAÍNA
Primero, quise un palacio,
luego, me bastaba el mar.
Antaño, anhelé tus brazos
y ahora, con sólo mirar
el dibujo de tus pasos
tendría para respirar.



Murallas negras
Aunque lo veas levitando en el no ser,
este cuerpo no es un odre vacío,
no retumba con los estruendos estruendos
ni en su pecho resuenan ecos ecos.
Es un pecho continente. Es pedernal, obsidiana, densa materia cansada.
¿Por qué golpeas mis ojos alzando murallas negras? ¿Por qué las negras murallas?
No creas que perdí el camino, me lo ahogó la atardecida
de un rosal negro que era todo espinas.


ALEGRÍAS
Resplandores y salinas
me ciegan en la bahía.
Será por ciego que anhelo
lo que nunca debería.
Con estos ojos ciegos vengo buscando
caminos imposibles de vez en cuando.


Dentro
El ahogo, el frío, la mazmorra claustrofóbica no son anécdotas de una noche.

Son mi ser.

En el centro de esta cerca, la anulación.
Fuera de los farallones negros brilla el sol, sonríen las madrugadas.
Dentro, yo.



CARCELERA
Algo que escapar podría
de la prisión de mi pecho
se atrinchera en la razón.
Los que mandan son los hechos.






Laberinto
Desvencijada fealdad, horroroso desvarío.
Chatarra desahuciada. Quincalla de oropel.
Zoo mecánico, desventurada Babel.




MALAGUEÑA
Hasta el mar descenderé
de la árida meseta
y allí me desnudaré.
Desnudo, abriré mis puertas.
No sé lo que haré después.


Juramento
Iré desnudo a la luz del día.
Exhumaré las ollas, derretiré los corchos, esquiaré cerrojos,
bailaré las llaves y se hará de día.

Licuaré paredes, destejeré los velos,
fundiré las rejas y se hará de día.

Aventaré el barbecho, masticaré la esencia,
araré el cemento y se hará de día.

A todos los que en la fría madriguera subterránea
de la ciudad opulenta claman por su independencia,
gritaré mi independencia.

Derramaré mi voz, desataré a mi pueblo,
verdeará el desierto y se hará de día.



Hojas
Hosca es la luz que las desvela
por los intersticios pardos del caos de silicio.
Una fuerza telúrica las mece
para vestir de limo que agoniza
los caudalosos ríos del silencio.

Tenaz, en su encomienda metabólica,
el tiempo las derrite como médanos
y teje los nutrientes
que no aprovecharán negadas sementeras.

Y en el caos, los sustratos del invierno
no encuentran poros por donde fecundar
la costra yerta e insondable
de la acerada superficie del desierto.

Cúpulas iluminadas de gemidos
y las cloacas, obstruídas de terror,
mientras el sol decae, como un grito
ahogado en la niebla.
En medio, la textura alborotada
que es ausencia, mortaja
y anulación.



POLO
Al regreso del tormento,
una risa y un quejío.
La una, por tu recuerdo
y el otro, por tu desvío.

Glaciación
Una glaciación avanza,
el hielo petrifica los aromas
y deglute los colores;
atomiza la frágil temperatura;
profana la cama el frío
y se aloja entre las sábanas.

Va recubriendo el frío
con su escarcha los estucos desahuciados.

Los carámbanos,
racimos de horas secuestradas en la ruta,
opacan la luz.

Culebrea el musgo y emerge
entre las grietas del hielo,
escala por la pared
y pende en jirones de la geografía del techo.

Va tapizando el frío
las baldosas silenciosas
y el retrato sin memoria.

¡Y esta mordaz paradoja
del sol fingido que trae voluptuosidad de mar!.



DEBLA
Que me asilen sus calores
aunque me consuma el Sol.
Y que su luz me ilumine
el delirio y la razón.
¡Que lo quiera Dios!.


Sopor
¿Quién lo derrocó
de su trono fulgurante?
¿A dónde lo desterró?

Como ya no la convoca,
la diosa azul riela demudada.

No es tenebrosa la noche,
es hora de expectación.
Es necesaria la noche
para que estalle la madrugada.

Las auroras, en eclipse,
se hielan bajo el metal de la lívida opresión.
¿Quién lo minió?.
¿Cómo destiñó su luz, la irisación
y el hechizo?.

¿Dónde, añorado esplendor, te llevaron embozado?.
¿Quién ha usurpado el ocaso,
el alba y el mediodía?.
¿Quién, cuándo y por qué abatió
el ritmo nictemeral?


SOLEÁ
En la callecita blanca
que me abrigó, ha pronunciado
mi nombre una voz amarga



Madre natural
Helena magnificencia,
madre natural.

Remota, clara, transparente
allí donde la pesca es espuma blanca,
nata plateada, seminal.

Madre alentadora
que besa, lava y acaricia
la arena en que sestean varadas
todas las reminiscencias.

Bullicio reluciente,
chisporroteo de luz, espejo de Apolo,
veta diamantífera de cardumen.

Irisación infinita,
crisol de aspiraciones,
polen de fisonomías, alumbradora de mi voz,
biógrafa de mi rastro.

Madre atávica, placenta de mis latidos,
¡acógeme!.
Haz que mis huellas reencuentren tus riberas.
Desarma a este cieno
frío y gris
para que no me amordace.


BANDOLÁ
Dejé oculta mi niñez,
en la playa sepultada.
No cantan las caracolas
nanas, porque de aquel día
no llegó la madrugada.

Qué canta
¿Qué canta el agua, qué canta
cuando acaricia la proa
de tu barca?.

¿Qué dijo el agua, qué dijo
mientras mis pies se alejaban
de sus rizos?.

¿Qué murmuraba?,
pues con tanta ambición
no la escuchaba.


MARTINETE
Del monte hasta el rebalaje
corto mi camino fue.
El éxodo fue más largo
y en él yo perdí la fe.
Mientras el mar sollozaba,
me sedujo la ciudad
babilónica y helada,
y anuló mi voluntad.

Solo
Una ventana, abierta persiana,
la luz ahí y yo no logro alcanzarla.
Aquí estoy;
Luis, tan sólo Luis y Luis tan solo.

¿Suena el timbre de mi puerta?.

Entre el risco, el tomillo y la retama
mi manantial recorrió
camino inverso del mar.
Aunque templado con soles,
la luna me dibujó negras ojeras de ausencias.

¿Suena de mi puerta el timbre?. No es mi timbre.

La espera deseseperada
vedó la temperatura a estos brazos expoliados.
¡Impotente acecho!.

¿Suena el timbre de mi puerta?. No es mi puerta.
Nadie quiere abrir mi puerta.



SERRANA
En el árbol del que soy
rama cortada
no queda para mí savia.
Para salvarme
puedo, soñador,
injertarme en cualquier parte
de un almendro en flor.


Aridez
Yermo dolor
infecundo.
¿De qué sirves tú, ay, de qué?.
¿De qué color son tus frutos?.

¿Quién recogerá la mies?

Tu largo peregrinar
por los ríos de mis venas,
¿a dónde te llevará?

Torpe dolor,
ciega rabia.
¿Cuándo me liberarás?.


GRANAÍNA
Las adelfas se encendían
entre la nieve y la sal.
Y ahora recorro la vida
sin luz ni color, ni mar.
¡Vaya locura la mía!.


Proverbio
¡Cuanto corren!.
¡Cuánta prisa por llegar!.
¿A dónde?. ¿A qué cénit del espacio?.

Tú, que te apresuras tanto,
¿deseas contarme tu pena?.

Tú, que pugnas por subir
el primero al autobús,
¿no quieres que yo te hable de la nada
que me espera?.

¿Te ríes?. Estás riendo;
presumes mi vesanía.

Según la sacra doctrina del oráculo escolar
no es loco
el que se desliza por la rauda fluidez;
sólo es loco el que descubre
una verdad disentida
y se aferra, vehemente, a un frágil noray
de anhelos
y entorpece, con su afán,
la legislada asunción.

TIENTO
Desde el brocal arrojé
a un pozo mis esperanzas
y me las quedó a deber.


Búsqueda
Se me perdió la esperanza
bajo un cinturón de espinas.
La busco por los manantiales rojos
y no encuentro los rubíes.

Se me perdió la esperanza,
quedó enredada en la tralla de mis dudas.
La busco por los raudales azules
y no alcanzo el lapislázuli.

Se me perdió la esperanza
bajo el alud que arrolló las caricias anheladas.
La busco en áureos mimos virginales
y no descubro la veta.

TONÁ
Cuando se abren los claros del día
sale a relumbrar
un sol que no caldea mis entrañas, madre,
tan lejos del mar.



Máquina
Llegar, cruzar presuroso el umbral;
pasar, decir "buenos días";
mirar (callado) al que no responde;
y seguir.

Así uno y cada día.

Subir, bajar la palanca; pulsar el botón;
ya en marcha el motor, pisar el pedal;
cuidar las evoluciones del sedal.

Señor; qué monotonía,
que aburrimiento, qué hastío.

¡Quiero remar en mi huerto!.


FANDANGO
Un jazmín tengo plantado
en el balcón de mi casa.
No verdece ni perfuma,
pero sus tallos me hablan
de los mimbres de mi cuna.

Blanco
¿Dónde la constelación redonda
de pétalos de algodón
que eran fiesta
de atardecer de verano?

Blanco impúber, noche de seda.

¿Dónde fueron,
sobrevolando las espinas de nopales,
ofrecidos por la mano
trémula?.

Blanco, galáctico y onírico.

¿En qué pecho se enraizaron
antes de morir regando esencias?.

Blanco célibe, alborada.

¿Qué libro es su panteón
en la hoja cuyo número
es código
y señal
que nadie descifrará?.



MIRABRÁS
A mí no me importa
que el mundo me acuse
si mis iguales me abrigan.
¿A quién le duelen mis noches?.




Sueño
El sol fingido que trae voluptuosidad de mar
se desvanece en un sueño.
Los aguijones insomnes
son rendidos por la espada anestesiada.

Acuden esquiadores
recubiertos de brocado, alhajas y terciopelo;
se disponen a esquiar
en la fuente de la plaza.
Pretendo entrar en el juego;
me rechazan, gesticulan, amenazan,
y una mujer enlutada
dogmatiza sobre guerras y traidores;
que me reservan honores
luego de bélico azar.
Yo sólo quiero jugar, respondo.

¿Deslizarte con ese traje de dril?. ¡Qué osadía!.
¿No ves sus polícromos atuendos?.

Tu deber es protegernos.

Los esquiadores me cercan acusadores,
proclaman mi cobardía, agitan las manos frías
y me golpean con banderas.



JABERA
Ese ambicionado mar,
¡cuántas caricias me debe!
Cuántas manos han faltado
en el fuego de mis mieles.
¡Cuántos besos no me han dado!.

Manos
Manos fuertes,
recias manos, como un acebuche adulto.
Como un algarrobo altivo.

Manos cálidas,
tibias manos, engendradoras.
Blandas para estremecer.

Manos
como tenazas, las manos,
para frenar las caídas.

Como un tónico, las manos,
para aliviar los temores.
Como un refugio, las manos.
Como un puerto en la tormenta.
Como un río en la caricia.
Como una ola en el fuego,
y como un fuego en el hielo.


CAÑA
Los crujidos de mi pecho
nadie los quiere escuchar,
porque no encuentran mi sombra
sobre una pared de cal.

Mudez
El hielo encierra el teléfono.
Evos lleva enmudecido.

El artefacto de plástico
yace ahora, asfixiado
por la gélida montaña transparente
que va creciendo y creciendo,
sin el calor de una voz.

Cuatro, cero, uno, dos, seis,
cuatro, cero; nadie presiona el botón
del cero, el cuatro y el seis,
el dos, el uno y el cero;
y el cuatro, cifra del apocalipsis.

Envidio
a través del hielo que inunda los ojos de mi pecho,
las voces, las manos, las mejillas,
los labios, las miradas
que ahora estarán en contacto.

Y reprimo el grito.


RONDEÑA
Si rondo los callejones
de los claveles prohibidos,
soy carne de rondadores.
Y si no rondo, suspiro
sin derecho a sus favores.



Hálito.
Golpes, toques,
palmoteo.
Con su ritmo,
el frenesí.
El ahogo.
El anticipo.

Pulso, pulso
alborotado.
En la cima,
el estallido.
La delicia.
El vaciamiento.

Pasos, pasos,
abandono.
Con la huída
y el adiós,
la desidia.
La desgana.

Nunca se para el reloj.



CARACOLES
En la calle desbordada,
¿quién me contempla?.
Amigo, que me condena al olvido,
venga usted y escúcheme.
No soy tan necio, ni loco;
mire mi boca y mis ojos
pues le quiero a usted - lo juro-
decir que yo soy verdad. Que yo soy verdad.
Caracoles. Caracoles.
Amigo, fíjese usted, que voy pregonando a voces
la angustia de mi mudez.


Ventanilla
Stop, pare, prohibido seguir,
prohibido aparcar,
prohibido entrar.
¡Prohibido soñar!.

Gire a la izquierda; necio, no, ¡a la derecha!.
Siga, tuerza; póliza de mil pesetas,
ventanilla seis.
Suba las escaleras,
no olvide las reverencias,
golpee la quinta puerta.
Imbécil, ¿tengo que repetirle otra vez
que es la cuarta a su derecha?.

¿De parte de quién le digo?. ¿De Luis, sin apellido?.
Puede que esté reunido, veré si puede atenderle.

¿Está solo, dice?. ¿Quién dejó a este majadero
llegar hasta mi despacho?.
¡Usted debe ir al psiquiatra!.


TANGO DE LA REPOMPA
En el cristal reluciente
mi cara se ha reflejado.
De esa cara no conozco
el color ni el viso ajado
ni el desconcierto en los ojos.

Estrépito
Arquitectónica cordillera
donde los pasos son amnésicos,
acantilado de hierro y cristal
por donde se precipita el vómito,
hálito inútil que los empaña
cuando el aliento es asmático.

No fluyen cataratas
que apaguen el pavor tórrido.
No hay altozanos
desde los que volar etéreos.

Aristas afiladas que hieren lo anacrónico,
cumbres de hollín.
Miasmas de ahogo patético
en cada desencuentro.

Orfandad de remansos edénicos
con marcas de pisadas concurrentes
que fueron y ya no.


MINERA
La máquina de alquitrán
cubrió de luto el torrente
y las dunas del trigal.
¿Dónde hay un marro potente
para el limo liberar?.


Tránsito
Solos, cruzan la avenida,
los claxons son como aullidos
en el fragor ubicuo de la máquina.

El asfalto emana
el vapor no condensado del brete atosigante.

Loco, ¡que no tienes verde!.
El necio, hasta lloriquea.

Colisonan dos cuerpos: Disculpe.
Hay que ser estúpido.
Lo siento.
¿De dónde ha salido usted, ha caído de una encina?

El furor enajenado que rocía la mirada
es una condena a muerte.

Todos pasan presurosos,
fugaces, ausentes, coléricos...
sin el brillo de una voz ni una cálida ocasión.


ALEGRÍAS DE CÓRDOBA
Pregutaré al cartero, cartero
que cuándo viene,
que cuándo viene,
la carta que a mí nadie, ay, nadie
mandarme quiere.




Sobre
Si tengo que abrir el sobre
¿se me perderá el anhelo?.
Y si al abrirlo no encuentro
lo que anhelo,
¿quién me devuelve el anhelo?.







MALAGUEÑA DE CHACÓN
Monte,
las alturas son del monte
y las anchuras, del mar.
Y las ansias de justicia,
de toda la Humanidad.




Gesto
Un niño muere en mi callecita blanca.

Alegraos, comensales;
sucede a más de cien leguas
de la fastuosa ciudad donde gozáis el festín.

Lentamente, sin enfado, se oscurecen las pupilas.
El hambre mata sin ira.
Suavemente, quedamente, y en su faz
donde hay paz,
no hay recriminación. No hay rencor.

Se agosta muy poco a poco,
como va dorando el trigo los tapices de los valles,
como va esculpiendo el viento
el paisaje de las dunas.

Esboza un gesto la mano;
queda el gesto perpetuado,
extinguido ya el postrer gemido.

Y yo, para no llorar, pregunto a la fantasía.
Responde la realidad.


VERDIALES
Historia (y un alminar)
abunda en mi tierra madre,
historia y un alminar.
Pero escasean los metales
con que puedan germinar
las luces en los corrales.


Hedor
Cuando segué mis raíces
creía que era hedor mortífero.

En la infinita busca
de dónde enraizar mis pies,
la evocación, sarcástica,
me pone aromas donde recuerdo hedor.

Las raíces murieron allí,
junto al corral de la algarabía,
donde el hedor era presagio de vida;
aquí, donde el hedor es muerte pútrida;
aquel hedor es celeste ambrosía.



PIYAYO
El alma que me has robado
a veces llora de pena
y a veces, muere en tus brazos.
¡Que sea larga mi condena!.



Penetración
Tu cuerpo, cimbreante cuerpo,
ondulante.
Tu cuerpo, ignorado cuerpo,
junto a mí deseo; explorarte.
Y sobre el mar, entrever
la cósmica ingravidez de tu carne.

Sudar, jadear de gozo; desgranar
como en un rito solemne
los intrincados racimos del amor.

Y amar.
Recordar que amor es quererte con dolor,
sin dolor, ausente y presente.

Sumergirme hasta la entraña
en el fino micrcosmo de tu piel
y recorrerte, desnuda la esplendorosa pradera.

Tu cuerpo.
Mi cuerpo junto a ti, frente a ti, en ti.
¿Dónde, entrevista quimera?.


GARROTÍN
Contigo, quizá me atreva
a hablar de mis intenciones,
pero debes prometerme
que no escucharás las voces.
El qué dirán
es una condena a muerte sin jueces ni tribunal.
Vamos juntos, de la mano,
a demoler las murallas;
juntas, tu mano y la mía,
serán poderosas armas.


Puñales
¿Quién posee los puñales que cortan las ataduras?
¿Dónde bruñen sus metales?
¿Quién ha forjado el acero?
¿Y cuánto valen?.

¿Cuánto más he de penar
para ganarme el derecho
de volver a mi corral?.


TARANTA
Hasta el mar descenderé
de la escarpada ladera
y allí me desnudaré.
Desnudo, abriré mis puertas.
No sé lo que haré después.


Juramento
Iré desnudo a la luz del día.
Destaparé las ollas,
extraeré los corchos,
descorreré cerrojos,
giraré las llaves y se hará de día.

Derretiré paredes
descolgaré los velos,
arrancaré las rejas y se hará de día.

Aventaré el barbecho,
escarbaré la esencia,
araré el cemento y se hará de día.

A todos los que en la fría madriguera subterránea
de la ciudad opulenta
claman por su independencia,
gritaré mi independencia.

Desgarraré mi voz, alentaré a mi pueblo,
verdeará el desierto y se hará de día.




SOLEÁ
Desde arriba, en la montaña,
el mar parece de plata.
¡Cuánto la mirada engaña!.


Riscos
Estos riscos de cristal
embozan la cobardía.
Los riscos que abandoné
eran bizarra osadía.























BAMBERA
Callar cuando se está solo
es forzada obligación.
Callar cuando estás con otro
es necio ahorro de voz.




Hechizo
La iluminada pantalla derrama, sojuzga y miente
la sugestiva entelequia.

Contemplo a mi alrededor la ritual abstracción;
el nervioso mordisqueo de las uñas;
el fuego de las pupilas si la pantalla vacila
por un fallo de las ondas;
el gesto reprobador cuando algún espectador
interfiere conversando;
el silencio sordomudo que entrega
el que es preguntado.

En colores
va la imagen construyendo
murallas entre nosotros.

Solos, tú, yo, ellos, nosotros, todos.
Enclaustrados, divorciados;
distancia vertiginosa.



JUAN BREVA
Hay quien dice la verdad,
pero más mienten y opacan
la luz de la realidad.
Todos amarran las barcas
por miedo a la tempestad.






Laberinto
Desvencijada,
horroroso desvarío.
Chatarra desahuciada.
Quincalla de oropel.

Zoo mecánico
desventurada Babel.




FANDANGO DE HUELVA
Monte y valle soñolientos,
¿qué mano enciende la llama?
¿qué mano abona ese fuego?
¿qué mano pinta borrones
entre pinsapos y brezos?.
Geranios rojos,
geranios blancos,
flores de aulaga,
olor de campo.



Sofoco
En la tarde, el bosque arde.
Una mano genocida
ha rascado la cerilla.
Los pinsapos, trasmutados en carbón,
tiñen de cobre el paisaje.

Tras la niebla sofocante
unos ojos desparraman
agua que de nada sirve.

Bajo el cielo, sobre el suelo, desconsuelo.

Vamos juntos de la mano
a desbrozar el sendero.
Hay que subirse a las peñas
en las trochas sin salida.
Hay que trepar a lo alto de las altas catedrales.

Vayamos, hermano, juntos;
el fuego arde en mi rabia
y esperan, en el valle, nudos que desanudar.

Hacia mí ha levantado
el poeta su mirada;
son unos ojos sin límite, húmedos, desmoronados.

¿Subir a lo alto, quieres?
¿Sobrevolar catedrales?
Observa cómo arde el pino,
mira en la encina las llamas;
así te irán agostando,
te eclipsarán las palabras,
cortarán las escaleras,
azotarán tus espaldas,
encadenarán tus piernas,
enrejarán tus ventanas,
clavetearán tu puerta
y te nublarán el alba

y tú, cuando ya no sepas
identificar poemas entre las demás palabras,
te preguntarás, perplejo,
qué fuego quema la esencia.



PETENERAS
Ese emigrante no es tuyo,
¿qué te importa el emigrante?
¿Qué más da que se le parta
el amor en dos mitades,
ni que le espante el asfalto
ceniza, sin verdes árboles?

Ese emigrante no es tuyo,
no te inquiete el emigrante.
¿Qué más da si no comprende
tu voz ni tus ademanes?.
¿Que te importan sus temblores
por las congeladas naves?.

Ese emigrante no es tuyo,
¿qué más da que cada tarde
tirite y dude, confuso,
entre el impulso apremiante
de volver y el de quedarse
arrebañando unos duros?.
CARTAGENERA
¿A quién le puedo pedir
ayuda, si nada tengo?.
Quien nada tiene, no tiene
amigos ni compañeros,
ni familia ni poderes.


Cacofonía
Solidaridad, cacofónica palabra;
¿será por ello,
quizá,
lo poco que se acostumbra?.

Unos cuerpos
han caído
en la fría carretera;
la savia roja rebulle,
el aliento
se desmanda;
los coches, claro, aminoran
por un instante la marcha;
punto seguido aceleran.
Imagina las molestias,
el papeleo,
las firmas...

Estan macerando
a golpes
una cara demudada;
oscuros tallos de bronce
como diapasón
trepidan;
se amontonan los curiosos
pero ninguno intercede.
No arriesgues tu integridad,
conserva intacta la piel.

Se oyen gritos en la calle,
amenazas
y jadeos.
¿Tratan de robar a alguien
o, acaso, desvanecerlo?.
Los sueños saben a lodo
y sonambulismo leso.
Hay que cerrar las ventanas,
¡cómo perturba el ruído!.

Tiritan de inanición
en la mugrienta
chabola.
¿Qué podrías hacer tú
si has de pagar cinco letras a finales de este mes?.

Solidaridad.
Una palabreja tan difícil de pronunciar,
mejor es no pronunciarla.





























CARCELERA
Algo que escapar podría
de la prisión de mi pecho
se refugia en la razón.
Los que mandan son los hechos.




Murallas negras
Aunque lo veas
levitando en el no ser,
ese cuerpo no es un odre vacío,
no retumba con los estruendos estruendos
ni en el pecho resuenan ecos ecos.
Es un pecho continente.
Es pedernal, obsidiana,
densa materia
cansada.
¿Por qué golpeas los ojos
alzando murallas negras?
¿Por qué las negras murallas?
Si las veredas están para siempre bloqueadas
no creas que perdió el camino,
se lo ahogó la atardecida
de un rosal negro que era
todo espinas.















MEDIA GRANAÍNA
Primero, quise un palacio,
luego, me bastaba el mar.
Antaño, anhelé tus brazos
y ahora, con sólo mirar
el dibujo de tus pasos
tendía para respirar.


Rebajas
¡Saldos, rebajas, financiación,
pago aplazado, precios ruinosos, ocasión!.

Puse en venta mi almacén
y nadie quiso comprar;
rebajé todos los precios
y nadie quiso comprar;
desgarré mis vestiduras,
desnudé las galanuras
de mi cuerpo,
y nadie quiso comprar.

He desvelado mi alma
y nadie quiere comprar;
extirpo sus hojas muertas
y nadie quiere comprar;
la arreglo con afilado
bisturí de cirujano
plástico,
y nadie quiere comprar.

¿No querría llevarse usted a Luis
a cambio de una caricia?.







SOLEÁ DE TRIANA
El río que hay entre los dos
no es un abismo insalvable,
es callejuela de amor





Dentro
El ahogo, el frío, la opresión
claustrofóbica no son
anécdotas de una noche.

Son mi ser.

En el centro de esta cerca,
la anulación.
Fuera de los farallones negros
brilla el sol,
sonríen las madrugadas.
Dentro, yo.




















ALEGRÍAS
Resplandores y salinas
me ciegan en la bahía.
Será por ciego que anhelo
lo que nunca debería.
Con estos ojos ciegos vengo buscando
caminos imposibles de vez en cuando.


Murga de carnaval
Yo quisiera cometer una locura,
quizás una travesura.

Poner la copa de un olmo
bebiendo entre sus raíces.
Llevar la torre del Oro
donde estuvo el Circo Price.

Trasladar el Mar Menor
a la sierra de Aracena.
Poner junto a la Mezquita
la fuente de Canaletas.

Cercar un coto de caza
para un niño betunero.
Colocar de presidente
en la Casa Blanca a un negro.

Deseo mirar la ría
de Bilbao en Almería
y ponerle al Sacromonte
humos de Fuenterrabía.

Hay que encajar el Vallés
entre los Montes de Málaga
y que fueran alemanes
los que a Polonia emigraran.

Lograré que los camellos
se atraganten con la yerba,
y la blanca y las agujas
se reconviertan en sendas.

Hay que nombrar general
de Tel Aviv a Arafat
y trasvasar el Nervión
donde arde el naranjal.

¿Se podrían arriar
banderas separadoras?.
¿Enmudecer las proclamas
que hablan de razas e ediomas?.

¿Alguien, al fin, logrará
que se callen los cañones?
¿Desmantelarán las minas
que mutilan intenciones?.

Ideas tan peregrinas
puede que sean de un loco.
Los locos, que las repitan.























COLOMBIANA
Quisiera ser jabalina
que en tu centro se clavara.
Que los ojos de tu mente
se volvieran luminarias.
Y que pudieras perderte
en mis hielos, vueltos agua.


Recado
No te inquietes, no es a ti;
nada de lo escrito aquí
te afecta particularmente.

Ni el muerto de inanición
ni la contaminación son tuyos.
Ni las guerras, la obsesión
ni el dolor de emigración son tuyos.

La pólvora amontonada
en los prados no te incumbe
ni las manos desoladas ni la insolidaridad.

No te quería preocupar.
Es que yo no sé cantar, por eso grito.

Tú sigue, despreocupado, amando en los soportales,
saboreando el festín.
Con la tarjeta de crédito
consume, sacia tu anhelo.
Continúa disfrutando la luz, el oro y la sal.
Ríe, baila, porque tú eres capaz.

Nos queda a los incapaces el bálsamo de soñar.

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