domingo, 1 de septiembre de 2013

Zephyr, un explorador para Venus

La Nasa estudia la posibilidad de enviar un rover al planeta más cercano pero antes deberá vencer las dificultades que presentan su presión 90 veces superior a la de la Tierra y una temperatura de más de 450 grados.

El éxito de los rover enviados a Marte ha llevado a la NASA a estudiar la posibilidad de lanzar en un futuro cercano exploradores similares a otros puntos del Sistema Solar. Y tras la Luna, el lugar más accesible para la tecnología humana es el hermano gemelo de la Tierra: Venus.
Geoffrey Landis, ingeniero de la agencia espacial estadounidense, anunció esta semana que se está barajando la posibilidad de acometer una misión de este tipo. El vehículo que se posaría sobre la superficie venusiana sería el Zephyr, bautizado así en honor a Céfiro, dios griego de los vientos del oeste.
El diseño de este rover presenta notables diferencias con el Curiosity que se antojan como un auténtico reto para su éxito. En primer lugar deberá estar preparado para soportar una presión 90 veces superior a la de la Tierra y temperaturas de hasta 500 grados, condiciones muy diferentes y aún más duras de que las que ofrece Marte. El ácido sulfúrico de la atmósfera tampoco ayudará a la conversación del vehículo al corroer el material.
Una de las novedades que presenta es que se desplazaría gracias a una vela. Aunque el viento es muy tenue en Venus, su combinación con la presión atmosférica permitiría mover el rover sin dificultades. Los esfuerzos por conservar los circuitos electrónicos podrían centrarse así en los elementos científicos y la radio, justifica Landis.
El diseño se asemeja al de una especie de tabla de windsurf dotada de tres ruedas. Sobre su superficie se colocarían paneles solares capaces de soportar la temperatura de Venus y lograr la energía para hacer funcionar el instrumental.
Las venera soviéticas
De llegar a convertirse en realidad el Zephyr no sería el primer ingenio humano en posarse en la superficie de Venus. Antes ya lo hicieron las veneras soviéticas lanzadas en la década de los 70. Estas naves apenas pudieron sobrevivir durante unos minutos a las condiciones infernales de Venus. Aún así fue tiempo suficiente para confirmar que, lejos de lo que la tradición había imaginado, el segundo planeta del Sistema Solar es a la vez uno de sus lugares más inhóspitos.
Pese a ello Landis lamenta lo poco que se conoce sobre el conocido como hermano gemelo de la Tierra. En efecto, ambos planetas guardan muchas similitudes en cuanto a tamaño y composición. No se descarta incluso que Venus pudiera haber albergado hace miles de millones de años unas condiciones más benignas para la vida. De ser así su exploración in situ podría desvelar muchos interrogantes acerca de por qué cambio o el futuro que le espera a la Tierra.
En contra de una misión de estas característica pesa el que pueden existir otros destinos más apetecibles. Como la Luna de Júpiter Europa, donde existe un gran océano bajo su superficie helada o el satélite de Saturno Titán, surcado por lagos líquidos de carburos.

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