lunes, 2 de mayo de 2011

VERSIÓN BUFA DE LA ESCENA DEL SOFÁ

Escribí esta escena bufa cuando trabajaba como guionista para Pepe Navarro.
No la representó, porque al final decidió hacer su escena donjuanesca… con la Veneno!!


Todo lo publicado en esta web está sujeto a registro de la propiedad intelectual.
Se prohíbe la reproducción -incluso parcial- de todas las obras publicadas aquí.



DON JUAN TENORIO DEL PELÍCANO

VERSIÓN BUFA DE LA ESCENA DEL SOFÁ
Para ser representada el jueves, casi víspera de Difuntos.
Original de Luis Melero. Tel. 629 708 617
Personajes: don Juan, PEPE, doña Inés, LOLES LEÓN


Juan:
¿A dónde vais, doña Inés?

Inés:
Dejadme salir, don Juan.

Juan:
¿Que os deje marchar?

Inés:
Dejadme,
que si no vuelvo a las once
mi padre me quitará
la mesada, y me pondrá
carabina por las noches.

Juan:
A vuestro padre informé
que estáis en mi compañía.

Inés (palmoteando):
Y... ¿podré volver de día
y con vos amanecer?

Juan:
No achuchéis, que la velada
acaba de comenzar.
De momento, procurad
para mí bollo o bocata...

Inés (frunciendo el ceño):
Lo de vos, don Juan, no es
romántico devaneo.
La carpanta os da mareos
y por si mordéis... me iré.

Juan:
Tranquilízate, ricura;
siéntate aquí por un rato,
que me aprietan los zapatos
y tengo dos rozaduras
(se sienta).

Inés:
Tal os pasa por comprarlos
en mercadillo boutiq (ue)
¿Queréis que me siente ahí
para un jamoneo darnos?

Juan:
Esa cruel acusación
ignora lo que me duele
la próstata desde el jueves...
Pues... mi "moral"... descendió.
Mas si vos, al mencionar
"jamoneo" preguntáis
si yo quiero un piscolabis,
¡acabáis de acertar!.

Inés:
¡Quitad, don Juan, ay, quitad
de vuestros labios la hambruna!.
Ved cómo brilla la luna...
¡Quiero con vos retozar!
(se echa encima de él en el sofá)

Juan:
¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
están asando sardinas
y hasta aquí llega el olor?
Y con la "guza" que tengo
mis tripas se convulsionan.
¡Oid, mi bella paloma!

Inés (acercando el oído al vientre de don Juan):
¿Tenéis solitaria dentro?


Juan:
No es solitaria, que es
ayuno de una semana.
Procuradme unas patatas
con costillas... y un café.

Inés:
Oh, don Juan, ¡qué pesadez!
Ya sabéis que en el convento
no nos llega el presupuesto...
¿Vamos, por fin, a yacer?
(Trata de meterle mano).

Juan:
Sentid cómo se estremecen
mis jugos gástricos viles.
¿No tendrán vuestras monjiles
cocinas arroz con leche? (a cada pregunta, Inés niega)
¿O algo de tocino fresco?
¿O un potaje de judías?
¿O un pinchito de tortilla?
¿O un bocadillo de queso?
Mi carne, trémula está
por la carpanta que tengo.
¿Paloma mía, no es cierto
que una baguet (te) me darás?

Inés:
Ni baguette... ni potaje.
¡Si la abadesa se entera!.
Abridme la cremallera
y vos, quitaros el traje
(Trata de meterle mano, él se encoge).

Juan:
Tened por Dios compasión,
tened por Dios caridad...
Una morcilla tomad
y ponedla en el fogón...
o de cerdo unas manitas...
o unas galletas María...
¿No veis, gacela mía,
cómo mi cuerpo se agita?

Inés:
¡Jolines, qué aburrimento!
Yo sí que estoy agitada,
pues llevo una temporada
que ni una rosca meriendo.
Desnudad las galanuras
de vuestro atlético cuerpo
y recorredme este cuerpo.
¡Hacedme mil florituras!
(le ataca de nuevo).

Juan:
Vuestras palabras están
filtrando insensiblemente
mi corazón... Mas traedme
al menos café y croasán...
O un tocinillo de cielo...
¿No podrías, bella estrella
darme donut o madalena
o un flan de coco y de huevo?

Inés:
¡Ah, callad, por compasión,
que oyéndoos me parece
que no tenéis intereses
por mi volcán de pasión!.

Juan:
El solo volcán que anhelo
es la lumbre de un fogón
donde se cueza el mejor
plato de lacón con grelos.

Inés:
¿Cómo podré, ay de mí,
lograr que abráis vuestros brazos
y que me deis un pedazo
del placer que antaño os di?
¡Don Juan, don Juan, yo te imploro
por la gloria de tu mare!:
Olvídate de potajes.
¡Rodemos por los rastrojos.

Juan:
Alma mía, esas palabras
mi hambruna no desbaratan.
¡Podría comerme una vaca
y una docena de cabras!.

Inés:
¿Tal vez Satán puso en vos
tan formidable apetito
para volverte un poquito
o un mucho mariposón?

Juan:
Bueno, un poquito... tal vez,
pues toda esta temporada
de hambre tan desaforada
tuve que desmerecer
y buscarme los bocatas
entre basuras y latas...
¡Hasta que apareció él!

Inés:
¿Él... quién?

Juan:
Don Luis Mejía,
que, muy ladino, ofreció
hacerme rey y señor
de albergue y posadería...
Y tan pronto comprendiera
que entre vos y don Luis
como más allí que aquí...
crucéme hacia la otra acera.

Inés:
En ese caso, abordemos
francamente la cuestión:
Ya no yaceré con vos...
y, por lo tanto, bordemos.
(Cogen dos bastidores y se ponen a bordar)

No hay comentarios:

Publicar un comentario