martes, 7 de septiembre de 2010

FRIO LEJOIS DEL SUR. 3ª Entrega


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SOLEÁ
En la callecita blanca
que me abrigó, ha pronunciado
mi nombre una voz amarga



Madre natural
Helena magnificencia,
madre natural.

Remota, clara, transparente
allí donde la pesca es espuma blanca,
nata plateada, seminal.

Madre alentadora
que besa, lava y acaricia
la arena en que sestean varadas
todas las reminiscencias.

Bullicio reluciente,
chisporroteo de luz, espejo de Apolo,
veta diamantífera de cardumen.

Irisación infinita,
crisol de aspiraciones,
polen de fisonomías, alumbradora de mi voz,
biógrafa de mi rastro.

Madre atávica, placenta de mis latidos,
¡acógeme!.
Haz que mis huellas reencuentren tus riberas.
Desarma a este cieno
frío y gris
para que no me amordace.




BANDOLÁ
Dejé oculta mi niñez,
en la playa sepultada.
No cantan las caracolas
nanas, porque de aquel día
no llegó la madrugada.





Qué canta
¿Qué canta el agua, qué canta
cuando acaricia la proa
de tu barca?.

¿Qué dijo el agua, qué dijo
mientras mis pies se alejaban
de sus rizos?.

¿Qué murmuraba?,
pues con tanta ambición
no la escuchaba.




MARTINETE
Del monte hasta el rebalaje
corto mi camino fue.
El éxodo fue más largo
y en él yo perdí la fe.
Mientras el mar sollozaba,
me sedujo la ciudad
babilónica y helada,
y anuló mi voluntad.

Solo
Una ventana, abierta persiana,
la luz ahí y yo no logro alcanzarla.
Aquí estoy;
Luis, tan sólo Luis y Luis tan solo.

¿Suena el timbre de mi puerta?.

Entre el risco, el tomillo y la retama
mi manantial recorrió
camino inverso del mar.
Aunque templado con soles,
la luna me dibujó negras ojeras de ausencias.

¿Suena de mi puerta el timbre?. No es mi timbre.

La espera deseseperada
vedó la temperatura a estos brazos expoliados.
¡Impotente acecho!.

¿Suena el timbre de mi puerta?. No es mi puerta.
Nadie quiere abrir mi puerta.












SERRANA
En el árbol del que soy
rama cortada
no queda para mí savia.
Para salvarme
puedo, soñador,
injertarme en cualquier parte
de un almendro en flor.



Aridez
Yermo dolor
infecundo.
¿De qué sirves tú, ay, de qué?.
¿De qué color son tus frutos?.

¿Quién recogerá la mies?

Tu largo peregrinar
por los ríos de mis venas,
¿a dónde te llevará?

Torpe dolor,
ciega rabia.
¿Cuándo me liberarás?

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