sábado, 23 de noviembre de 2019

TICO, PADRE AMANTÍSIMO


Luis Melero. Cuentos del Amor Viril
TICO, PADRE AMANTÍSIMO

Para los solitarios involuntarios como yo, los llamados “chat” de internet son un recurso con el que conseguir “hablar” de vez en cuando y hallar cierto consuelo, aunque sea con desconocido con pretensiones distintas a las mías. .
Un día que me encontraba un poco desesperanzado y triste, me topé con un ”chateador” llamado Tico, que pedía conversar con alguien mayor que él porque necesitaba consejos. Aunque no creo que sirva de nada aconsejar a nadie, vi el cielo abierto, porque no hay mejor modo de sacudirse la depre que fingirse sabio para asesorar y recomponer las vidas de los demás.
REFLEXIONÉ UNOS INSTANTERS, LO JUSTO PARA EVITAR FRUSTRAR ELCONTACTO. ME HABÍA TOPADO ULTIMAMENTE CON VICISITUDES INESPERADAS Y ALGUNAS DESAGRADABLES, CIRCUNSTANCIAS QUE NO PODÍA CONTROLAR DEL TODO Y QUE ESTABAN PERTURBANDO MÁS DE LA CUENTA EL CURSO DE MIS DÍAS. ASÍ QUE ELEGÍ UNA CONTERASEÑA Y ME INTRODUJE EN EL CHAT, PIDIÉNDOLE CONTACTO AL DENOMINADO TICO.
-¿De dónde eres? .me preguntó.
Tras identificarme y mencionar mi origen, le pregunté de qué nombre era Tico el diminutivo.
-No es mi nombre. No seas maje. Yo soy de Costa rica a cuyos naturales nos llaman ticos por estos países..´
.¿Qué quiere decir maje?
-Estúpido o imbécil, ya sabes. Llámame Tico, así nos entenderemos
Ante la aclaración, le pregunté cómo debía llamarle.
-No te preocupes. Insisto. Llámame Tico nomás, porque me siento muy orgulloso de mi país. .
En aquel momento, me sorprendió que no quisiera decirme su nombre verdadero, puesto que yo le había dicho el mío. Sólo mucho más adelante de la conversación comprendí por qué podía desear el anonimato.
-Tengo una duda muy arrecha –se lamentó Tico.
-Cuántos años tienes?
-Treinta y siete. Con cinco carajillos, el mayor de los cuales, Efrain, va a cumplir catorce años ya, carajo.
-¿Y qué consejos necesitas?
-Tú… ¿tienes hijos?
-Uno, de tu misma edad.
-¿Tan maduro eres?
-No, Tico. Yo no soy maduro… sino viejo ya. Estuve casado un par de años cuando tenía cerca de treinta, y cuando ella se quedó embarazada entré en pánico, pánico que se aminoró cuando el parto.
-¿Y tienes buena relación con tu hijo?
-Creo que sí, aunque no lo veo mucho. En realidad, casi nunca. Ha resultado ser un hombre con demasiado criterio que se cree el más sabio del mundo. Antes, le señalaba sus equivocaciones, pero ya no lo hago porque siempre teníamos discusiones muy fuertes si le reprochaba cualquier nimiedad.
Tico permaneció “en silencio” unos minutos. Aunque sólo leía lo que decía, me parecía oír su voz de hispanoamericano, dulce, cadencosa y algo enrevesada, pero ahora, callado, me representaba los engranajes de su sesera sonando como una locomotora de vapor, que se prolongaba demasiado para un vehículo tan dinámico como el que estábamos utilizando para conversar.
-Yo tengo ocho hermanos –dijo Tico por fin-, Y soy el penúltimo, por lo que varios de ellos son sesentones ya. Imagínate vos. Aquel día, los dos que van delante de mí me advirtieron y me explicaron lo que debía hacer, pero yo era tan carajillo, que no pensé más hasta que llegó el momento.
¿Qué momento?
-Pronto te explico, imagínate.
Yo no sabía qué tendría que imaginar del hecho de que mi interlocutor tuviera tantos hermanos y fuera uno de los pequeños. No pregunté, porque había descubierto ya que Tico eludía muchas respuestas. Sin embargo, me acordé de los comentarios de un amigo nicaragüense, que se refería a los costarricenses como “maricos”. Vacilé unos segundos, porque suponía que hablar de esa creencia de sus vecinos podía molestarle.
-No, hombre, todos en San José sabemos que los paisas nicaragüenses y los panameños dicen que somos maricos. Pero los panameños deberían callar porque tienen todos sus closets llenos de cadáveres y los nicaragüenses son los más brutos, machistas, atrasados, mojigatos y falsos que yo conozco. Son como monjitas rancheras
-¿Sabes una cosa, Tico? Por experiencia sé que no se debe generalizar sobre los pobladores de un país. Mi amigo nicaragüense es sapientísimo… una maravilla.
-Será la excepción. Y si es como dices, te apuesto mil colones a que muy posiblemente sea marico también.
-¿Qué son mil colones?
-Colón es la moneda de Costa Rica.
-Mil colores… ¿es mucho dinero?
-No creas. Es más bien una miseria. Suponte tú, cada dólar nos cuesta más de quinientos colones. Yo tengo alquilado un apartamento con seis amigos, que nos cuesta ciento veinte mil colones al mes.
-.Así que eres soltero. Te creía casado porque me has hablado de tus cinco hijos y de que tienes un problema con el mayor.
-Estoy casado, por favor. Tengo la bruja en mi casa. Lo que pasa es que yo y mis amigos necesitamos un sitio para nuestras cosas, las cosas que nos gusta hacer a los hombres muy hombres, porque si no varias ni haces lo que te gusta, te mueres.
--¿Poner cuernos?
-No se trata de eso. Un hombre tiene sus necesidades, que nadie conoce mejor que otros hombres. Las brujas ni se enteran, no saben. Así pensamos aquí. Con mi carajillo no tengo problemas, el problema es mi indecisión.
-Con carajillo ¿te refieres a tu hijo? Oye, Tico. Con catorce años, ya es un adolescente y todos los adolescentes dan muchos problemas, así que no te hagas mala sangre. El mío fue un caso filipino.
¿Qué es mala sangre?
-En realidad, es una frase hecha de cuyo sentido no tengo ni idea. Insisto en que no te calientes mucho la cabeza por las cosas de tu hijo adolescente. Siempre son problemáticos.
-Efraín no me da problemas, el problema está en mi cabeza.
-No te comprendo.
-Es que él ya tiene edad… Es que no quiero +que vayan a hacer por ahí y sin cuidado lo que me corresponde hacer a mí.
-¿Y qué es?
-Vamos a ver….. A ti, ¿quién te inició?
-¿En qué?
-Ya sabes vos, en las cosas de los hombre… eso.
-¿Quieres decir el sexo?
-Exactamente.
-Te recuerdo, Tico, que soy viejo. Ya no tengo ni idea… En realidad, no tengo recuerdos claros de cuándo ni con quién empecé a practicar el sexo. Supongo que lo primero serían pajas medio infantiles.
-Pues eso. Que mi Efraín se mata a pajas, yo me he dado cuenta porque no paro de vigilarlo cuando se esconde para hacérselas, y tal como funcionan las cosas en San José, presiento que el día menos pensado alguien me lo va a perforar a lo bruto, sin el cariño que habría que tener y que yo tendría, porque lo amo muchísimo….
-No comprendo, Tico. No conozco Costa Rica y no puedo hacerme idea de cómo funciona nada en san José.
--A mí me inició mi abuelo.
-¿En serio?, ¿Cómo?
-De la manera más curiosa. Dos de mis hermanos levaban meses diciéndome que me cuidara la colita, que me introdujera todos los dedos que pudiera y cosas así, hasta me dieron cosas para tenerlas ahí dentro. Un día,. estábamos en una parada… una tremenda fiestorra familiar con barbacoa, en el jardín, y yo, con doce años, estaba sentado en sus piernas…
-¿Encima de tu abuelo? Eras un poco mayor para eso.
-Pero él era muy cariñoso con todos mis hermanos y conmigo… Siempre estaba acariciándonos besándonos y abrazándonos. Siempre tenía que comer alguno de nosotros en sus piernas, incluidos mis dos hermanos Nico y Esti, que ya tenían quince y dieciséis años…
-¡Increíble!
--Así son las cosas por aquí. Los ticos somos super cariñosos; mis amigos y yo siempre nos besamos si hace un par de días que no nos vemos. A veces, y según dónde estemos, nos besamos en los labios.
-¿Y qué pasó con tu abuelo en aquella fiesta, Tico?
-Entre los asados, la bebedera, la comida, la música y las canciones, había un ruido extraordinario. Al sentarme encima de él, me dio el garrobo para jugar con él y distraerme…
-¿Qué es un garrobo, Tico?
-Una iguana que era como la varita mágica de mi familia, y que no nos permitían a los carajillos jugar mucho con ella, para no molestarla.
Te distrajo con el bicho… ¿Y entonces qué paso?
-En algún momento, me di cuenta de que mi abuelo me estaba besando y mordiendo la nuca, y me estaban dando muchos escalofríos. Yo solo tenía puesta una trusa de baño, sin camiseta. Tenía tantos escalofríos, que temblaba, y me afané en concentrarme para jugar con el garrobo creyendo que así podía disimular. En medio de los besos y mordiscos, de pronto me di cuenta de que me estaba bajando un poco la trusa por la parte del culo; por las bromas de mis hermanos Esti y Nico adiviné lo que seguiría. Miré alrededor con miedo de que alguien se diera cuenta, pero nadie estaba pendiente nada más de la fiesta y la bebedera. Noté que mi abuelo me acariciaba muy fuerte el ano, como tanteando con dos o tres dedos, que los giraba dentro de mí y los movía adentro y afuera y, de repente, y sin esperarlo, me metió el gorro…
.Te encajó la visera de la gorra?
-No, hombre, no me entiendes. Lo que ocurrió fue que me penetró de repente todo el gorro, la picha.
Sentí una convulsión. Tel vez estaba siendo víctima de una broma pesada del costarricense, lo que me dio mal cuerpo.
-¿No estarás burlándote de mí?
.No, amigo. Fue lo que sucedió, y menos mal. Porque podía haberme tocado que me iniciara cualquier bruto con un gorro de caballo.
Tuve que tragar saliva, impresionado, antes de poder decir:
¿Y nadie, tu madre, tu padre o tus hermanos,, no se dieron cuenta de que tu abuelo te estaba violando?
-Nadie se dio cuenta, no me estaba violando- Bueno, esas cosas son tan naturales, que si alguien se dio cuenta nadie dijo nada, porque es normal que eso ocurra. ¨Con mi edad, ya tenía que pasar. Me lo habían contado mis hermanos Nico y Esti, que me decían que me preparase metiéndome piedrecitas y yendo siempre muy lavado, sin explicarme exactamente por qué.… Sólo me explicaban que “cuando el abuelo o el papá te coja encima, prepárate”.
-¡No me lo puede creer! Tenías doce años…
-La edad justa. Más adelante habría sido muy malo, con cualquiera que no me tuviera tanto cariño. Y mi Efrain tiene casi catorce ya…
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, yo… No sé. Yo quiero a mi hijo Efraín muchísimo, lo adoro.
-Pero tu amor de padre tiene limitaciones.
Eso será en tu país. Aquí, lo que tenemos son obligaciones. Mira, uno de mis hermanos, Esti, y yo, con otros cinco amigos, tenemos alquilado un apartamento donde nos reunimos los martes para hacer las cosas que nuestras brujas no saben o no quieren hacer. En cuanto llegamos, cada uno con algunas botellas o cervezas, nos desnudamos y ya nos ponemos a voluntad, hartándonos de bailar y tocarnos desnudos y ya sabes…. Los martes son los días que podemos ser nosotros mismos de verdad…
-¿Y vuestras familias no se dan cuenta?
-No lo demuestran. Aunque se dieran cuenta, tienen que respetarnos. Somos padres de familia, llevamos a rajatabla nuestras responsabilidades. Yo ahora, tengo infinitas ganas de poder llevar a mi Efraín los martes a nuestros encuentros… pero, mientras no…
-¿Quieres llevar a tu hijo a tus orgias de hombres?
-No son orgías. Somos machos y como nos conocemos bien, hacemos todo lo tienen que hacer los machos… lo que sabemos que nuestros compañeros necesitan, porque también lo necesitamos nosotros… y son las cosas que nuestras brujas no quieren hacernos.
-Disculpa, Tico. Tengo una cita dentro de media hora y creo que llego tarde. ¿Nos hablamos otro día?
-Pero yo… esperaba que pudieras darme algún conejo.
-¿Sobre tu hijo Efraín? Yo no sabría ni sería capaz de darte ningún consejo sobre esta cuestión. Vale, nos hablamos dentro de poco. Adiós.

Tenía prisa por interrumpir la conversación, porque me sentía anonadado. Se me estaban descomponiendo las tripas, una mezcla agria de vómitos y estupor. El relato de Tico rebasaba cualquier norma o sentido de lo que yo conocía. No soy mojigato, pero me exacerban los abusos de menores o de mujeres, o de ancianos y además, me incomoda la mala educación y, mucho más, la perversión de las costumbres; entiendo que a mi edad uno he tenido tiempo de ver el mundo cambiar, pero lo que Tico me describía no eran cambios de mi mundo, sino otro mundo. otra arquitectura de valores tan diferente, que me sentía incapaz de abarcarla.
No se me podían ocurrir consejos que dar a Tico, sino admoniciones, reproches. Así que aunque seguí entrando al “chat”, durante varios días eludí permanecer cuando descubría que también Tico estaba conectado.

Pero un par de semanas más tarde, alguien jamado Jefrey me abordó.
-¡Vaya, finalmente consigo hablar contigo!
-¿Quién eres, no te reconozco?
-Soy Tico. He elegido otro alias para conseguir que me hables.
-La última vez que conversamos me quedé muy desconcertado.
-¿Por lo de mi hijo Efraín?
-Eso es.
-No te imaginas como lo amo. Estoy loco por él.
-Es normal querer a los hijos.
-Sí, yo quiero mucho a todos mis hijos, pero ahora efrain es muy especial.
Callé un momento, porque no quería preguntar lo que me quemaba en la boca.
-Finalmente ocurrió…
-¿Violaste a tu hijo!.
-¡Que exagerado eres! ¿Quién habla de violación. Yo le expliqué a mi Efrain que nadie, nadie en todo San José, iba a ser más cariñoso ni más cuidadoso haciéndolo, porque nadie lo quiere tanto como yo. Ten en cuenta las enfermedades que andan por ahí y los miserables que tanto hay. Y , además, hay en San José hombres con gorros gigantescos. Yo tuve un encuentro casual con uno que le mide más de treinta centímetros, y nunca quise citarme con él de nuevo. Yo no podía dejar a mí hijo que nadie le hiciera daño. Me costó mucho convencerlo, porque yo no quería que pasara de improviso, inesperadamente, como me ocurrió a mí con mi abuelo, y él se mostró muy indeciso. Quería que él aceptara y estuviera consciente para disfrutarlo desde el primer momento, que no sintiera tanto miedo y dolor como sentí yo la primera vez con mi abuelo..
-Así que lo violaste.-..
-No digas eso, hombre. Yo no lo violé, sino que lo amé profundamente. Y ya hace tres martes que lo llevo al apartamento donde nos reunimos los siete y ahora ocho con él..
-¿Has llevado allí a tu hijo de catorce años!
-Claro, así sabe todo lo que tiene que saber y nadie me lo va a malcriar.
-¿Y no se ha traumatizado?
-¡Qué dices! Está feliz de la vida, ha madurado. Ya es todo un hombre.
-Y los que se reúnen contigo, tu hermano Esti y tus cinco amigos, ¿no se escandalizaron?
-No hombre. Nosotros sabemos muy bien lo que hay que esperar de la vida y lo que hace todo el mundo. Todos se volvieron locos viendo a un niño tan bonito del que podían disfrutar. Ahora, se pelean para meterle el gorro y para ponerlo de rodillas, porque aseguran que mi Efrain hace las mejores mamadas de San José… Se va a poner muy fuerte, con las proteínas de tanto semen como se come. Estoy más orgulloso… Date cuenta que mi hermano y los otros cinco ya han comentado por todo San Juan lo especial y habilidoso que es mi Efrain. Como mi hermano Esti no tiene ningún hijo macho, me lo anda consintiendo a todas horas, lo lleva a la cancha, a la playa, a todos lados; mi Efrain dice que mi hermano tiene el gorro más largo que el mío y el doble de gordo, pero que el mío es más bonito. Yo ya sabía cómo es el gorro de mi hermano Esti, lo veo todos los martes y lo tuve adentro muchas veces, desde que era chico, por lo que comprendí que mi carajillo quería consentirme con una lisonja. Todos están enloquecidos con mi carajillo. Imagina; hay dos vecinos que han venido a ofrecerme muchos colones para que les preste a mi Efrain, pero yo los he mandado a la mierda por cobardes; a mi hijo hay que ganárselo y no está en venta. Pero esas visitas y los comentarios que andan por San José y demás me dan tanto orgullo…
Tuve que tomarme un respiro. Inspiré hondo. O ese individuo me estaba tomando el pelo o pertenecía a otra dimensión del universo. No quise plantearme a mí mismo cuestiones religiosas ni morales; sé que cada país es un universo diferente y he leído que países con regiones donde los hombres tuvieron que vivir solos mucho tiempo sin mujeres, usualmente se dan comportamientos amorosos con otros hombres y que eso ocurre en los cuarteles y hasta en los seminarios católicos, sin que ninguno se pregunte siquiera sobre la homosexualidad ni dude de su masculinidad. Sé que Australia y Alaska, como las pampas del surde Argentina, son tierras con esas costumbres. Cuando me sentí capaz de seguir la conversación, pregunté.
:-¿Y no te preocupa haber convertido a tu hijo en homosexual?
-¿Pero qué estás diciendo? Tú estás completamente mongolo y no sabes de lo que hablas. Mi Efrain no es marico. Es macho muy macho. El niño más macho de todo San José. Imagina. Ya ha culiado con once vecinas y una cuñada mía y les ha metido el gorro a todos sus amigos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario