martes, 2 de agosto de 2011

Leyendas de mi ciudad; Cortijo Jurado de Málaga



Asentado en el barrio malagueño de Campanillas, en el valle formado por los ríos Guadalhorce y Campanillas, existe, un cortijo del que ningún malagueño ha dejado de oír hablar. (Hoy en día forma parte como barriada del término municipal de Málaga), El Cortijo Jurado.
Este Cortijo, más bien una mansión perteneció a la familia de D. Manuel Agustín Heredia Ramos, conocido empresario malagueño, y uno de los hombres más ricos de la provincia. Aunque nacido en La Rioja, llegó a ser propietario de numerosas industrias, terrenos, y edificios, es indudable que dio a Málaga, y a la comarca entera, un buen impulso empresarial, junto con su amigo el Marqués de Larios, también empresario, ambos nacidos en Rabanera de Cameros, un pueblo de La Rioja, juntos decidieron venirse a Málaga a buscar fortuna. La amistad entre estos dos personajes fue muy estrecha, y ambas familias estuvieron muy emparentadas durante largo tiempo, (Cortijo Colmenares, hoy un lujoso campo de golf se encontraba muy, muy cerca del suyo).
Aunque no existe documentación al respecto, puesto que la construcción se levantó sin contar con el permiso de obras, por lo cual en el Archivo Histórico no se encuentran datos sobre él y el nombre con el que ahora se le conoce fue el que le dieron hace unas décadas los últimos propietarios, (incluso los planos que en la actualidad existen en el Colegio de Arquitectos los proporcionaron los últimos dueños de la finca) todo apunta que fue construido por un arquitecto francés entre 1830 y 1840.
Es de estilo gótico, con estructura típica en torno a un patio principal con accesos a la vivienda, a la capilla, cocheras y establos. Con un segundo patio en el interior, usado para las tareas y labores del campo y tres alas dedicadas al ganado, que por aquel entonces poseía la familia. Un alto mirador de planta rectangular y cubierta plana corona la fachada. También cuenta con sótano, al que se accedía desde la cocina, y …subsótano al cual se accedía desde fuera, desde la puerta de la capilla.
La leyenda, empieza a fraguarse a la muerte de D. Manuel, cuando sus herederos toman posesión: continuas y misteriosas desapariciones de chicas jóvenes del pueblo, al parecer engatusadas primero, por los señoriítos de la alta sociedad y de la burguesía malagueña, secuestradas después y desaparecidas para siempre.
Empiezan las sospechas y acusaciones contra los dueños del Cortijo pero son acalladas a base de sobornos en efectivo: el dinero ya se sabe.
Empiezan a filtrarse comentarios de los trabajadores que viven en el mismo cortijo, algunos, mirando a través del ojo de una cerradura y viendo nauseabundos espectáculos, otros, oyendo en mitad de la noche gritos desgarradores, extraños “movimientos” en el interior etc., y todo eso a lo largo de días, meses y años.
En investigaciones posteriores, se ha encontrado con al menos ladesaparición de 5 mujeres entre 1890-1920, de edades entre 18 y 21 años, solteras, las cuales aparecieron asesinadas al cabo de 3 días de su desaparición, con un intervalo de unas 2 semanas, todas en la misma zona, en la orilla del río, junto al cortijo. Esas 5 son las que aparecieron, pero se habla de más, algunas más.
Y es que el cortijo, en ese subsótano, al que se acedía como dije desde una entrada exterior, por un agujero en el mismo suelo cerca de la entrada a las caballerizas, existía un túnel subterráneo que comunicaba, al parecer, con el cortijo de Colmenares, propiedad de los marqueses de Larios, íntimos amigos de los Heredia, y según cuenta un antiguo trabajador del cortijo, por ahí podían deshacerse de los cadáveres, enterrándolas en fosas colectivas dispersas a lo largo del campo.
Un anciano vecino, trabajador del cortijo en esos tiempos, cuenta que los dueños les prohibían tajantemente bajar al “otro sótano”, pero una noche en que la curiosidad pudo más que la prudencia, se adentró en el subsótano, descubriendo aparte de una sala circular, con paredes de piedra perfectamente pulida y suelos de baldosa, numerosos túneles, todos de piedra tallada, y de trazado totalmente recto, (con unos extraños dibujoscincelados en la roca, uno de ellos era una cabra, otro una serpiente, del otro dibujo que se repetía, no recordaba con exactitud pero le parecía un triangulo con algo más dentro), que abarcaban más allá de la finca, (habla de aproximadamente 3 km.) que debían cruzar incluso el río, puesto que escuchaba el sonido del agua, siguiendo uno de ellos, llegó a una escalera que terminaba en una trampilla imposible de abrir, pero que por la lejanía él piensa que ya hacía rato había traspasado el límite de la finca.
Siguiendo otro de los túneles, observó lo que según él le puso la piel de gallina, nichos construidos de forma rudimentaria, tumbas improvisadas en el suelo de tierra, aparatos que recordaban míticas máquinas de tortura, polvorientos y mohosos látigos de puntas metálicas, y lo que es peor, restos óseos de personas de edad y sexo indefinido, que aparecían amontonados a uno y otro lado. “Una muñeca de trapo, sucia y desaliñada, descansaba junto a un cráneo con abundante y largo cabello”.
¿Dónde desembocaban esos túneles? quizás nos sirva de pista el testimonio de otro trabajador, este de cuando se reformó el cortijo Colmenares para convertirlo en lujoso campo de golf, que cuenta como cuando estaban reconstruyendo la capilla, la mitad del suelo se desplomó, quedando abierto un gran agujero en el suelo, inmediatamente pararon las obras y todos los trabajadores fueron sacados del edificio y sus alrededores, para arreglarlo llegaron otros trabajadores de confianza.
Otro extrañísimo suceso que ocurrió, fue que entró un camión de gran tonelaje para sacar tierra, en ese momento se desplomó un trozo de camino, y el camión cayó a más de dos metros de profundidad por el agujero abierto; la actuación, en cuanto a la reparación, fue la misma que cuando se desplomó el suelo de la capilla: lo arreglaron operarios de confianza.
(Otro día hablaremos del Cortijo Colmenares, donde aparecieron cuerpos momificados, sin cabeza y con las manos atadas)
Desde los años 50, en que fue adquirido por sus últimos propietarios y se supone que encontraron y cegaron los túneles, tampoco se puede acceder a la trampilla por la que se accedía al subsótano, no queda nada, solo tierra apelmazada, cuando algún “investigador furtivo” lo ha intentado, no ha encontrado nada, cavando hasta un metro de profundidad, tan sólo se encuentra tierra apelmazada mezclada con ropa vieja, todo muy apretado, como a conciencia.
Llega 1925, y los numerosos gastos que tiene la descendencia de D. Manuel Heredia, y una plaga de filoxera (insecto que pica la vid y literalmente se come la viña), provocó la bancarrota de la familia, que se vio necesitada de vender gran parte de sus propiedades, entre ellas el cortijo Jurado. Se las venden, en su casi totalidad, a otra conocida familia, los Marqueses de Larios, que de esta forma lo suman al Cortijo Colmenares, suyo desde siempre.
No existen datos de en que momento, los Larios, venden Cortijo Jurado a otras personas, pero parece se que entre 1940 y 1950 pasó por distintas manos, entre ellas por la familia Quesada. En 1952, un adinerado medico de Valladolid, retirado de la medicina, la compra aunque no la habita, y mantiene su propiedad hasta 1975, año en que la adquieren los Vega Jurado, que son quienes le dan el nombre por el que se la conoce.
En el año 2000, El Grupo Mirador compra la casa y gran parte del terreno, con la intención de construir un hotel, reformándolo, pero manteniendo su estructura original. El Hotel, que tendría cuatro estrellas y 200 habitaciones, estaría enfocado al sector de negocios, iba a inaugurarse en abril de este año, 2007, pero a día de hoy, tan sólo hay grúas, la construcción, se ha ido retrasando año tras año por motivos desconocidos.
Aunque en realidad, quizás todo esto se reduzca a algo más simple: Tanto los Heredia Ramos, como los Larios, eran masones (de ahí los dibujos en los túneles) y celebraban las reuniones en ese subsótano, para las momias encontradas en el cortijo Colmenares, también existe una posible explicación: en aquella época a los masones no se les enterraba en el cementerio “católico” de ahí la necesidad de contar con un cementerio privado.

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