EL cuento que reproduzco más abajo, lo escribí a los dieciséis años.
A lo largo del tiempo, el espinazo del argumento me parecía desarrollable en una novela, pero nunca encontré visos de universalidad para un relato tan estrictamente local.
Hace unos quince años, usé el taller de alfareria de un supuesto amigo de Jaén, para modelar una imagen que simbolizara el cuento. Como yo soy artista y no comerciante, aquello pasó sin más. Años mas tarde, me enteré que el supuestgo "amigo" alfarero estaba comercializando aquella figura que YO HABÍA MODELAdo.
CREO QUE EL CUENTO NO TIENE DESPERDICIO
lunes, 8 de noviembre de 2010
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